Hay épocas en la vida en que uno no puede pararse a pensar. ¡Ja! Ni hablamos ya de sentir.
Tiras p'alante como puedes, avanzas a tientas, con los ojos entrecerrados entre paso y paso, rogando porque sea el correcto.
Hay momentos en que nada ajeno cuenta, porque hay siempre algo más urgente, más prioritario, más sensato, más necesario, o simplemente hace menos daño.
Y cuando al final llega lo inesperado, que al fin y al cabo ya tanto ansías, no sabes si abrir los brazos y correr al galope a la tormenta ... o simplemente coger tu cruz y dejarte caer al vacío como una hoja muerta.
Yo, ya lo sabéis, ... yo soy más de hogueras.
Buenas noches, mis Gatunos.