Esta bitácora encaja varios de los alter ego de la autora: Valentina, Valeria y Violeta. De hecho, es el resultado de importar 3 blogs anteriores: Divina Valentina (la protestona), Divina Valeria (la valerosa) y Divina Violeta (la poetisa).
Valentín era el nombre de mi abuelo, de maneras educadas y templada voz, que procuraba no herir a nadie. Yo heredé esas maneras; no apuesto nunca por el insulto; y opino que las palabras malsonantes son una falta de respeto hacia quien las escucha.
Como Valentina voy a dejar salir mi vena valiente, la que protesta y se enfrasca en demostrar lo obvio. Espero que compartáis estos ratitos de controversia conmigo y os atreváis a dar vuestra opinión.
Nota: Este blog no pretende ser irrespetuoso. Sólo objetaré razonadamente cuestiones que me molesten. Si alguien cree que yerro o se siente ofendido, que me avise. Intentaré comprender su explicación o su situación, y si logra convencerme, corregiré mi postura.
Mi agenda personal se llama Valeria (sí, mantengo la costumbre árabe de dar nombre a las cosas que son importantes para mí). Se me ocurrió un día viendo un video de Valeria Lynch, una cantante hispana con mucho brío, ji, ji.
Cuando habla Valeria se refleja mi faceta más humanitaria: la que necesita enseñar y ayudar. Es como si la parte de madre-maestra-amiga me re-brotara. Así hallo una manera de canalizar esa sensación, aportando ideas, consejos, pensamientos, y cómo soluciono algunas necesidades de mi vida personal.
Mi color favorito es el de las amatistas. Ni morado, ni malva, ni lila: simplemente Violeta. Y en lo etéreo de lo espiritual, Violeta es el suspiro enamorado de la esencia misma del todo. Un amor que levita, que pena, que se marchita, y resucita porque está, al fin y al cabo, enamorado. Violeta os dejará con mucha frecuencia poemas, prosa poética y otras extensiones de mi propia pluma.
Gracias por acompañarme; comparte si te gustó, y atrévete a ser uno de mi Gatunos apuntándote a mi blog.
Un saludo, mis Gatunos.
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