Este año es bisiesto. Muchos dirán que es año de mala suerte. A mí me encantan los años bisiestos. Pero sabemos y sé que no son sino un año con un día de más. Mas esta vez debo admitir que está siendo una mijita más difícil de llevar.
Recordé las “predicciones” de los listillos, y también las de la astrología más básica: el agitado fin de la era de Piscis que da paso a la era de Acuario.
Puedes
echarle un vistazo a estos 2 artículos que mencionan fechas concretas: diciembre de 2020 y principios de 2021:
Este
nuevo coronavirus nos está poniendo en jaque a la humanidad. La ya pandemia nos diezma día tras día. Los más sortudos, podemos quedarnos en casa, relativamente
seguros. Muchos no disponemos de
comodidades, y muchos más no disponen siquiera de alimentos y servicios básicos. Otros disfrutan de sus muchos bienes, sin
notar gran diferencia.
Hoy
es Domingo de Resurrección. Esta semana
santa estamos confinados. No estamos
castigados en casa. Estamos a salvo. En casa.
En mi tierra, donde todo lo que se santifica no es santo si no se le hace fiesta, en mi tierra, decía, es para muchos una pena. Se lamentan de no poder salir en estación de penitencia (algún idiota hay que lo ha intentado). Y no nos damos cuenta que la estación de penitencia es la misma, y sólo cambia el escenario.
En
los tiempos difíciles nos prueban, y se nos conoce tal cual somos: más bravos, más lentos, más fieros, más
miedosos, más tercos, más endebles, más temibles, más odiosos, más atentos.
En
estos días se nos ofrece la ocasión de ser mejores: más responsables, menos críticos, más
servidores, menos sirvientes, más ayuda, menos carga, más hermano, menos
castigo.
Hoy
los cristianos celebramos la resurrección de Jesucristo.
La
fe se demuestra ahora. Si no, ¿cuándo?
Soy
testigo.