sábado, 13 de abril de 2019

La varianza de la felicidad


Habré conocido amores en mi vida, más grandes, más sencillos, más vivos, más tranquilos, más gigantes, más inolvidables, más de niños, ...
Y, aunque casi todos fueron inolvidables, sólo uno llegó a parecerme más verosímil.  Sólo uno fue más yo que ningún otro.  Con el pasar del tiempo, descubrí que tampoco él era a quien quería como compañero.  Pero sé a ciencia cierta (científica yo, hasta el final) que puso el listón muy alto para quien viniera después. 
Esos otros lo comprobaron.  Les falta ese algo que sólo él fue.  Porque, aunque no era completo, tenía muchos de mis deseos, ¡y hasta el capricho de ser moreno!.
Y llegará algún día, lo sé, alguien que le borre de mi historia a base de mejores recuerdos.  
Pero, mientras tanto ...
¡Dios mío, cómo le echo de menos!


<< La felicidad era enredarme por la selva de tus rizos oscuros;  perderme confiada, en tus ojos de firmamento;  descansar de la vida sobre tu pecho seguro;  y olvidarme del mundo, incierto, bajo tu vientre … tan desnudo.
La felicidad era estar contigo, simplemente.  O al menos, eso pensaba, antes de dejarte ir para siempre.>>





¿Tenéis un amor así de único?, mis Gatunos.







sábado, 6 de abril de 2019

La moda y yo


La moda es un tema controversial para algunas personas.  Para mí, no.
La moda es literalmente “lo que más se lleva”.  Y, si te fijas, lo que ves en la calle no es precisamente lo que otros dicen que es lo más, sino lo de siempre.
La cosa no es difícil:  una persona inteligente sabe que un toque distinto puede estar bien;  pero sólo de vez en cuando y en la ocasión oportuna.
Lo que hoy se ve como moderno, en breve se verá como una horterada.  No falla.

Cada vez que entro en una tienda de ropa y complementos, me intentan convencer de que me compre lo que yo no usaría jamás de los jamases.

No sabéis lo difícil que resulta demostrarle a alguien que unos vaqueros rotos hablan de precariedad, y que yo sólo usaría algo roto en caso de que no tuviera absolutamente más nada que ponerme.  He llegado a escuchar incluso que resultan elegantes con unos buenos tacones. ¡Ja!
No quiero un bolso grande (ese llamado “shoping bag” o bolso de compras).  Ya tengo uno exclusivamente para cuando lo necesito.  Pero a diario, necesito llevar todo lo necesario en el mínimo espacio posible:  algo manejable, organizado y que quepa en cualquier sitio.
Detesto el color mostaza.  Y cuando lo veo lucir, siempre me pregunto:  ¿de verdad a alguien le gusta vestir de color “caca de lactante”?
Igual me ocurre con el estampado militar, que se hizo para camuflarse en el bosque, y actualmente se usa para esconder la suciedad.  ¿Es necesario hoy en día vestir algo de camuflaje fuera de los ambientes militares o de caza?  Me parece que no, ¿verdad?.
¿Y los tonos fluor?  Yo ya llamo la atención sola.  No soy unos apuntes para remarcarme algunas partes.
Y ya no hablamos del animal print.  El estampado animal es un diseño agresivo y soso a la vez.  Vale que en pequeñas dosis … bueno.  Yo sólo tengo un bolso de mano, unos zapatos de vestir y unos botines (botas tobilleras) de tacón, todos en pitón de color bey.  ¿Para qué iba a querer vestirme como un animal salvaje?

Yo no lo entiendo.  Pero en las tiendas me entienden menos.
Las dependientas (rara vez suele ser un hombre, y menos heterosexual) se creen que estoy loca o soy tonta por ir contracorriente con lo que dictan las grandes cadenas de ropa y complementos.  
Me niego.  Yo solita sé elegir lo que me gusta y me sienta bien.  Nadie me va a decir lo que tengo que ponerme, y menos a estas alturas. 
Y, al fin y al cabo, lo que yo llevo es lo que lleva la mayoría, la gente normal, la que sabe elegir por sí misma.  La que cada 2-3 años no se tiene que preguntar ¿en qué estaba yo pensando cuando me compré esta cosa?;  o bien … ¡Con lo caro que me costó y tenerlo que guardar/tirar/donar!



¿Qué pensáis, mis Gatunos?

Hasta pronto