Habré conocido amores en mi vida, más grandes, más
sencillos, más vivos, más tranquilos, más gigantes, más inolvidables, más de
niños, ...
Y, aunque casi todos fueron inolvidables, sólo uno llegó a
parecerme más verosímil. Sólo uno fue
más yo que ningún otro. Con el pasar del
tiempo, descubrí que tampoco él era a quien quería como compañero. Pero sé a ciencia cierta (científica yo,
hasta el final) que puso el listón muy alto para quien viniera después.
Esos otros lo comprobaron.
Les falta ese algo que sólo él fue.
Porque, aunque no era completo, tenía muchos de mis deseos, ¡y hasta el
capricho de ser moreno!.
Y llegará algún día, lo sé, alguien que le borre de mi historia a base de mejores recuerdos.
Pero, mientras tanto ...
¡Dios mío, cómo le echo de menos!
<< La felicidad era enredarme por la selva de tus
rizos oscuros; perderme confiada, en tus
ojos de firmamento; descansar de la vida sobre
tu pecho seguro; y olvidarme del mundo,
incierto, bajo tu vientre … tan desnudo.
La felicidad era estar contigo, simplemente. O al menos, eso pensaba, antes de dejarte ir
para siempre.>>
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