domingo, 8 de julio de 2018

La tonta, la buena y la mejor.


El viernes de la semana pasada conocí personalmente a alguien cuya existencia jamás debería haber conocido.
Me esperaba algo más … yo qué sé, simplemente más.
Pero, bueno, cada uno tiene sus gustos, y escoge la cuchara con la que va a comer.

Quizá no debería haberle dado el capricho de conocerme y decirle la verdad.  Haga lo que haga, le muestre lo que le muestre, la chiquilla no va a aprender nunca que nadie cambia:  sólo aprende a mentir mejor.

Y es que, digan lo que digan, el amor no es ciego.  La obsesión nos lleva a cometer tonterías, a creernos las mentiras a pie juntillas, a vivir a la sombra de otro, a conformarnos con migajas.  Nos creemos miserables y, por eso, otro ser vale tanto a nuestros ojos que nos los vendamos para no ver sus propias miserias.
¡Pobre inocente que aún después de verlo claro, lo niega y se cree tan única!



Y después de esa charla con esta pobre niña que me tiene a mí por su enemiga, vino la charla con mi mejor amiga.
Ella me aconsejó cuando empezó todo, estuvo a mi lado en los peores momentos, le ha aguantado las tonterías a él cuando se le acercaba, y siempre me aconsejó que me apartara de todo (de él, pero sobre todo de la otra).
Ella, ha estado a mi lado también esta vez, escuchando, comprendiendo, nunca juzgando.  Y por eso, entre mis poquitos amigos más íntimos, ella es como si fuera mi hermana, y aún mucho mejor:  ella es mi Cirineo.

¿Hay alguien así en vuestras vidas, mis Gatunos?
Yo no sabría qué hacer sin Mari Ángeles en la mía.




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