Después de un par de meses de
haber leído esta obra, por fin me decido a escribir la reseña. Y es que no es
moco de pavo, la verdad, plantear la experiencia.
Debo decir que, aunque la
lectura me apasione, no le dedico todo el tiempo que quisiera. Pero eso sí, el poco que tengo libre, sólo lo
empleo en obras que me aneguen a su voluntad.
Y ésta lo es, sin duda.
Mi voluntad me dice que no me
gustan algunos aspectos de la historia, que no es esa prosa tan poética que me
apasiona, que discrepo en muchos de los aspectos planteados y que los
personajes son un asco (literalmente).
Y aún así, Crisálida ha sido una
experiencia de gozo de plena lucidez.
Confieso que la leí en los
ratos libres de sólo 3 días. Sí, así, de
sopetón. Es que es cautivadora, hechizante,
magnífica.
En la misma historia se tejen
varias mediante un personaje como hilo conductor. Y se tejen magistralmente en distintos
lugares, épocas y ambientes. ¡Guau, qué
madurez!
Pero la autora no sólo te
arrastra en esos escenarios, sino que te los detalla al punto histórico. Imágenes sutiles se dibujan con cada frase, y
puedes imaginarte allí, viviendo la narración como en un teatro de barrio y donde
parece poder tocar a los personajes.
Esta escritora tiene
conocimiento de la materia que trata. Pero es que, además, se nota la
exhaustiva labor de investigación llevada a cabo.
Mas yo soy una persona muy
radical: o es novela realista o es ficción. Y, visto de este modo, el escrito no puede tener connotaciones de ambas categorías de novela. Y por eso aquí van mis tres críticas.
Se trata de una historia
imposible, irreal, incluso en sus exquisitos detalles verosímiles, donde los
personajes comparten el mismo habla, sin distinción de lengua materna, dialecto,
ubicación, edad o educación recibida.
Incluso bajo los estudiados
detalles tan realistas, nadie tiene el más leve problema
cotidiano, ya sea éste económico, de salud u otro. Como muestra, el alfarero Martín tiene una
piel maravillosa a la que no le afecta ni sol ni barro ni tintes … Sospecho
que el chaval no trabaja mucho la cerámica, ¿no?.
Y como última crítica, la
novela es de colores, con tintes entre rosa y verde. No me decido sobre si es una típica novela romántica
(con hombres atléticos y vigorosos) o bien una altamente erótica (con descripciones de actos sexuales en demasía). Y es en cuanto a esta parte pornográfica, cuando me
sorprendieron detalles totalmente ficticios:
- Las
personas gozan de un vigor constante y sin pausas, donde el sexo siempre es
apetecible y placentero, incluso si se es una prostituta.
- En
este mundo irreal de ferviente promiscuidad, casi no existe el dolor, ni la
sepsis, ni las ETS, ni los embarazos.
- La
esclavitud acaba sin remedio en síndrome de Estocolmo.
A mí, en esencia, me fascina sin
más, a pesar de los contratiempos que fui encontrando mientras devoraba entre sus páginas. Magnífica obra, me reitero.
Espero que la autora sepa perdonarme
por haber tardado tanto en escribir.
Pero es que esto no eran unas pocas líneas para congratularme con nadie.
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