Hoy tengo que dar las gracias a alguien que ejerce su poderes como debe ser: siempre a las buenas; y, sobre todo, en las malas.
Yo no te conozco y no me conoces, sino apenas por las fotos y lo que te quieran contar de mí.
Pero yo tengo una amiga como tú, que en todos los derroteros estuvo a mi lado: templando a veces mi lado aventurero; animando, el resto, los golpes del pasado.
Yo tengo pocos amigos de los buenos, pero en especial ella se mantuvo siempre fiel, da igual lo que yo hiciera, sin importar mi parecer, día a día a mi vera.
Si no fuera por esa amiga de mi alma, mi "Ángeles" de la guarda, tal vez yo fuera otra y mi vida se hubiera perdido hace tiempo en la amargura.
Es por todo eso que yo sí que valoro todo el bien que le haces, poniendo tu luz matutina (en tu sonrisa se vé cuánto iluminas) en su visión tan oscura.
Sé que lo pasas mal por ella. Sé que la entiendes y que a tu edad las cosas se ven de otro modo. Te aseguro que no quise hacer daño, sino abrir los ojos de quien se empeña en la ceguera. En el fondo, tú lo sabes.
Vendrán malos tiempos, tú los presientes y tal vez calles. No puedo pedirte que me creas, y no quiero que de más sufra.
Pero sí apelo a tu corazón de amiga, para que te mantengas, como hasta ahora, sujeta a su costado.
Aunque se las de muy mujer, aún es apenas una niña inexperta. Cuando le lluevan los palos (que serán muchos si sigue en ese empeño) le harás mucha falta.
Y por si ella aún no lo hizo, yo (que sé lo que tú vales) te doy las gracias.
Muchas gracias, amiga, por cuidarla.
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