domingo, 31 de diciembre de 2017

Feliz año nuevo

Hoy se nos acaba el año, mis Gatunos. 
¿Cómo lo vivimos? ¿Con alegría o en pena? ¿en paz o con ansia?

Para mí fue un año totalmente distinto a cualquier idea preconcebida.
En el camino del tiempo perdí a varios seres queridos, y recibí noticias fatídicas sobre la salud de otros.
Pero también algunos se curaron  Y hasta mi salud mejoró mucho este año.


Decía en otra publicación que este ha sido para mí el “año del capullo”:  mi transformación personal ha sido intensa.

  • Perdí 12 kilos;
  • encontré un trabajo que me gusta (aunque todo en este mundo es fugaz, ya lo sabemos);
  • viajé el doble que otros años;
  • cociné nuevas recetas, y hasta las probé;
  • hice tela de gimnasia, de muchas maneras;
  • aprendí un baile nuevo;
  • y también un nuevo idioma;
  • conocí a gente maravillosa,
  • y otras no tan maravillosas me enseñaron grandes lecciones;
  • y además fui una gran maestra para alguien a quien sólo vi una vez en persona;
  • mejoré (que no cambié) mi estilo, manteniendo las bases, por supuesto;
  • encontré mi punto débil (y no, no era el pan);
  • y mi punto débil (con un nombre y un apellido), me descubrió mi punto fuerte: que soy aún más fuerte de lo que ya suponía;
  • escribí más que nunca y hasta volví a recitar en público;
  • no he derramado ni una lágrima por un ser que siga vivo;
  • he hecho exactamente lo que me ha dado la gana (respetando a los demás, claro);
  • y, como siempre, me ha importado un pimiento lo que opinen los otros sobre mi forma de ser;
  • me reencontré con JuanMa (mi mejor amigo de la universidad;  siempre atento, galante y un caballero de los que ya no quedan), y también con Joaquín (mi jardinero-ingeniero-fotógrafo-catedrático-funcionario-trianero favorito);
  • perdoné traiciones como la de Alejandro (antes tenía que haberlo hecho), Isa (mira que eres terca), Raquel (sí, siempre lo supe) y Rachid (no, no lo supe hasta ese día);
  • y también disculpé a Lore, que me culpó de que su capricho se encapriche con cualquiera (debí haberlo sabido esa mañana del 2 de mayo, cuando te vi a pocos metros de “la oficina”).
  • Y he ignorado más cosas;  y más que me habrán disculpado, seguro.
  • Pero me quedé con buen sabor de boca, al fin y al cabo.
Salvo por las ausencias perennes, doy gracias por todo lo que me sucedió en 2017. Por lo bueno, porque me hace feliz. Por lo que al principio no parecia tan bueno, porque al final me hizo más fuerte. Y porque con todo eso junto no perdí ni la sonrisa, ni la valentía, ni la ternura ni la pasión, ni la paciencia ni las ganas. Doy gracias a Dios.


He podido con todo y aquí sigo, con ganas de empezar un año más con otros retos.



* Para empezar, no está mal.  Lo mismo se me olvida alguno, pero para eso están las adendas.


El 2018 lo empiezo de cero (tabula rasa, que decían los romanos). Y el que quiera estar que entre; y el que no que salga, que en la puerta está estorbando.

Dicho esto, os deseo lo mejor, y que, venga lo que venga, os quedéis con lo bueno.

Feliz 2018, mis Gatunos.


lunes, 25 de diciembre de 2017

Christopsomos o Pan de Cristo

Ayer preparé durante horas varios panes de Cristo, para mi familia de sangre, mi familia del alma y para un buen vecino.  Su olor dulce y especiado inundó mi casa desde por la mañana hasta bien acabada la cena.
Este pan pertenece a la tradición de la iglesia ortodoxa de Grecia.  Se come en familia la noche de Nochebuena, para garantizar el bienestar de la casa el próximo año, según la creencia de que Jesús vendrá y comerá de él durante la noche si los cristianos están reunidos en su nombre.
Se decora con sencillez:  una cruz griega, semillas de sésamo y nueces.



Os muestro el paso a paso, para que podáis hacerlo en la próxima Navidad.  Pero también podéis comerlo cualquier otro día del año.  Y la cruz no es obligada si no tiene sentido para ti, por supuesto.

Ingredientes que debes tener preparados:

  • 100 g de azúcar;
  • ralladura de 1 naranja (sólo piel);
  • ralladura de 1 limón (sólo piel);
  • 120 gr. de leche entera;
  • 300 gr. de harina de fuerza;
  • 200 gr. de harina de repostería;
  • 25 gr. de levadura fresca prensada desmenuzada;
  • 1/2 cucharadita de sal;
  • 3 huevos;
  • 90 gr. de mantequilla a temperatura ambiente;
  • 1 cucharadita de anís en grano. 

Para decorar, necesitas también:

  • 5 medias nueces;
  • 1 cucharadas de miel;
  • zumo de un limón;
  • 1 cucharadita de semillas de sésamo.


Pasito a pasito:

  1. Moler las pieles de la naranja y el limón con el azúcar, y reservar.
  2. Calentar la leche a unos 50ºC (caliente, pero que no queme).
  3. Vierte la leche en un bol grande y le añadimos 100 gr. de harina de fuerza y la levadura. Mezclamos y luego dejamos reposar unos 10 minutos (para que la levadura reaccione con la leche caliente).
  4. Ahora echamos el resto de ingredientes y mezclamos bien. 
  5. Cuando se empiece a despegar la masa del bol, enharinamos la superficie donde vayamos a amasar y lo ponemos encima.
  6. Entonces lo amasamos hasta que todo se amalgame (si es necesario, añadir un poco de harina para despegar de las manos, pero con la de la superficie suele ser suficiente)
  7. Lo volvemos a poner en el bol (limpio) y cubrimos con film transparente hasta que doble su volumen (unos 60 minutos).
  8. Sacamos de nuevo la masa sobre la superficie enharinada, amasamos un poco y le cortamos un trozo para hacer la cruz central de adorno.
  9. Volvemos a dar forma de bola a la masa principal y la colocamos en el centro de la bandeja del horno forrada con papel encerado. 
  10. Con el recorte, hacemos 2 tiras formando una cruz (metemos las puntas bajo el borde de la bola para que no se suban). En cada punta y en el centro, colocamos media nuez (las apretamos un poquito para que no se caigan).
  11. Dejar reposar una hora más cubierto con papel film, lejos de corrientes de aire.  Pasados 50 minutos, precalentamos el horno a 180ºC (calor arriba y abajo, con ventilador).
  12. Mezclar la miel con el zumo de limón, y pintamos el pan.  Luego lo decoramos con las semillas de sésamo.
  13. Metemos al horno en la posición central (tirando a bajo).  Hornear primero unos 15 minutos.  Pasado ese tiempo miramos el tono de tueste.  Si ya estuviera dorado, cubrir con papel de aluminio.
  14. Hornear otros 15 minutos a unos 150ºC.  Puedes comprobar que está bien cocido pinchando con una brocheta. Apagamos el horno y lo dejamos dentro, pero cuidando que no se queme (porque amargaría el barniz de miel y limón).
  15. Sacar cuando esté bien dorado.  Dejar enfriar tapado con papel de horno y encima un paño (así el paño no coge la grasa del pan).
Yo lo sirvo en la cena de Nochebuena.  Lo presento entero, y luego se van cortando cuñas, como en un bizcocho.

Nota:  el tiempo de horneado variará de un horno a otro, así que estate atento.



La receta original es para Thermomix, pero yo varío los ingredientes. Además, lo elaboro en la panificadora  (que sabe ella sola sus tiempos de leva y todo), pero la saco para que cueza en el horno de convección con la forma redonda y la cruz.  
Fuente:  https://blogosferathermomix.es/thermomixporelmundo/2014/11/25/christopsomo-pan-de-cristo-receta-griega-con-thermomix/

sábado, 23 de diciembre de 2017

Un deseo de Navidad

Mis gatunos, ¡que ya mañana es Nochebuena!

¿Cómo sobrevivimos a estas fiestas?
Algunos de mis gatunos no quieren vivir estas fechas.  
A mí me encantan estos días.  Y no sólo porque no tengo clases de italiano (y cambiaré mi ruta y no pasaré por el barrio de enfrente en mucho tiempo). Me gustan porque son días de compartir más tiempo con familia, con amigos, con amores.

Entre esas personas a las que entristece la Navidad se incluye mi madre.
Otros de mis lectores son ateos confesos.  Y alguno hay, incluso, que dice que profesa otra religión.
No importa.  Celebra conmigo la fiesta del amor universal que nos nace a cada uno, del amor que salva, del amor que perdona, del amor que vivifica, del amor que nos hace uno y a un vez nos multiplica.

Yo soy cristiana practicante (en la medida de lo posible), y no dejo de pensar en que siempre hay que celebrar la Navidad:  porque estoy viva;  porque estoy con los que quiero;  porque tengo quien me regale y porque tengo para regalar;  porque en mi mesa hay comida, porque estoy bajo el techo de mi padre y mi madre;  porque tengo a mi madre y mi padre;  porque tengo a mi hermano;  su mujer y sus hijas;  porque mis amigos están cerca;  porque tengo buenos vecinos;  porque el teléfono de mi casa no para, y el mío tampoco;  porque … porque me da la gana (y hay religiones, países o casas donde eso no puede hacerse).

Ayer fue un día de milagros, y hoy lo está siendo de milagros que ya ni esperaba.  Cuando la confianza se ha roto, tal vez no sea posible reconciliarse con las personas.  Pero a todas las que me defraudaron este año les deseé felicidad en el día de ayer, y pudimos intercambiar unas palabras cordiales.  Y hoy me dieron una sorpresa que esperé por años. Estoy contenta, porque puede que yo también les defraudara a ellos, y también les cuesta tratar conmigo (y todos lo están haciendo después de yo poner la primera piedra).  Quizá nada vuelva a ser como antes, pero podemos empezar (“casi”) de cero.  Total, el milagro de la Navidad está para algo.



Doy gracias por esta época que me permite exceso de arrebatos de cariño (más aún de los que ya tengo).  Doy gracias porque tú estás conmigo.  Doy gracias y deseo que te nazca un Salvador para que seas feliz.

Feliz Navidad, mis Gatunos.
Gracias por ser parte de mi Navidad.

jueves, 21 de diciembre de 2017

El día del Espíritu de la Navidad

Hoy los cristianos celebramos el día del “Espíritu de la Navidad”.  No estoy muy segura de lo que eso significa a nivel litúrgico, pero sí de lo que simboliza para mí.  Si bien, todo símbolo es huero si no le aportamos significado con nuestros actos.
Este año ha sido muy extraño para mí (y mira que eso es una rareza, con lo “especial” que yo soy).  Pero sí, ha habido un poco de todo, incluso demasiado, a veces.

Mi amigo Ricardo Latouche, me habla en el video de hoy del sentido exacto que un cristiano debe darle a la Navidad.  No queremos ver que “Celebrar que os ha nacido un Salvador”, es desear amor a todos, sean quienes sean, incluso si nos hicieron daño.

Este año he perdonado mucho, incluso mis equivocaciones.  Y por eso me quiero y te quiero y le quiero.  Y por eso, a pesar de todo, yo amo.
En esta Nochebuena, no voy a enfadarme por nada.  Es más, a partir de hoy nada va a hacerme enojar tanto como para pelear con nadie.

Ayer discutí algo con un compañero.  Reconozco que lleva parte de razón, aunque siguen sin gustarme sus modos.  Comparto la culpa con él.  Y esta mañana nos dimos la mano y empezamos de nuevo.  Mañana le desearé que pase una Feliz Navidad con su familia.


Hace unos meses un patán hirió mi orgullo. Y, para colmo, se hace el ofendido (¡toma castaña!).  Al poco le hice saber que estaba perdonado, que me preocupaba por él, y que podía tratarle con normalidad, casi como si no hubiera pasado nada. El verle alicaído me dolía en parte.  Esta semana me estoy tragando mi orgullo con tal de saludarle cuando tengo que cruzarme en su camino.  
Mañana no cambiaré la ruta.  Mañana voy a desearle Feliz Navidad a mi manera, cuando salga del trabajo, sobre la hora de siempre, en la capillita del barrio … ¡Y que sea lo que Dios quiera!

Y desde ya no me van a importar tanto las protestas, las impertinencias, las malas caras, las manos cerradas, … Todo cambia desde ahora, todo a mejor, todo a la buenas.  Habrá recaídas, pero el propósito de salvación que nos propone la Navidad tiene que continuar cada día.

Y … bueno, creo que con estos y otros gestos de ese estilo, esta cristiana está cogiendo su cruz con alegría, haciendo que el espíritu de la Navidad aparezca … y se quede para siempre en mi vida.

 No hagamos de la Navidad una postal, porque esa no era la idea.

Buenas noches, mis Gatunos.










domingo, 3 de diciembre de 2017

Adviento

Tiempo de Adviento: oración, penitencia y alegría.

Hoy los cristianos comenzamos el tiempo litúrgico de la purificación.  Quedan unos días para que se nos anuncie un Salvador y unas 3 semanas para que nos nazca.
Y se nos dará un Salvador pobre, emigrante, desahuciado, desvalido y chiquenino.
En la historia original, sólo las malas gentes se acercan a verlo.  En la actualidad, es exactamente igual.

Nos llegó por fin la hora de poner las luces (siempre), el árbol (cada vez más) y/o el belén (cada vez menos).  A veces colgamos una tela con un niño Jesús medio en pelotas de la terraza, o un Papá Noel escuálido de la ventana.  Que digo yo, ¿alguien sabe de verdad qué tiene que ver el gordinflón de rojo con la Navidad?.

Ya es Navidad en El Corte Inglés, en las calles, en las administraciones de lotería, y, por supuesto, en el Internet.

Llega el frío, y con él yo ya caí enferma.  Empiezo a quejarme con todas mis ganas porque yo adoro la calor (sí, aun siendo sevillana).  Tengo que abrigarme mucho (demasiado, ¡qué agobio!) y ya tomo algunas medicinas. Y a menudo alguien me dice que me abrigue.  ¡Y me quejo!
Y entonces me doy cuenta de que no todo el mundo tiene abrigo ni medicamentos, ni quien le cuide.  Y ahí sé que comienza mi Adviento.
Adviento es el “ya va a ser la hora”.  Es la hora de tener esperanza, de ver una luz que alumbre mi camino. Pero tengo que ponerme en marcha.  Porque no puedo decir que espero al Salvador del mundo, si yo ya no quiero salvar ese mismo mundo.  Espero, pero en plena actividad.



Nos preparamos para la Navidad. 
   La comida de mi empresa es en 3 semanas y ya me apunté con mis compañeros (¡qué guapos los tíos con esos trajes tan bonitos!). 
   Pensamos ya en recetas especiales para agasajar a la familia, y dar envidia a los vecinos.  Y entre medias, nos hartamos de mantecados, turrones, mazapanes (¡me chiflan!), y otros cosillas que van cayendo. 
   Cuando la familia salga por la puerta, volveremos a olvidarnos de muchos de ellos, criticaremos al resto.  Y cuando los compañeros y conocidos se despidan, pediremos a Dios que les vaya bien, pero que nos vaya a nosotros mejor y podamos restregárselo bien el año que viene.
   Entre día y noche, bebemos porque es fiesta, y a veces festejamos para todo el año … y se nos va la boca (o incluso la mano) con alguien que no tiene culpa de nada.
   Ya estamos a dieta porque hay que entrar en el vestidito más escotado, corto y estrecho posible.  Y si es mejor y más caro que el de cualquier otra, pues mejor que mejor.  (Y rogamos que nadie lleve el mismo a la misma fiesta, o que le quede peor).  Con los kilos que perdí este año, renovar todo mi armario me está saliendo caro, pero sobre todo en modelitos de fiesta.
   El día de la Anunciación adornaré mi casa como cada año.  Tengo un belén completo y 5 misterios más (sí, me gustan mucho).  Detesto el árbol y a Papá Noel porque no los identifico con la Navidad por más que lo intento.  Siempre me quejo de tanto cacharro que pongo y quito yo sola (mis sobrinas ya crecieron) un mes después.
   Llegó el tiempo de salir arregladitos y perfumados casi todos los días.  Nos iremos de ligue.  Da igual si tenemos o no pareja. Si, total ¡no se va a enterar!
   Y nos asustaremos con los recibos de la luz, el gas y el teléfono. ¡Dios, cómo podemos gastar tanto! ¡Seguro que inflaron las facturas! 

¡El año que viene esto no va a ser así!  ¡Seguro!  Y no será así, seguro:  ¡será peor!.


Se nos olvida siempre que hay quien:
1) quien no tiene que comer, ni mucho ni poco;
2) quien no tiene familia;
3) quien le cuide y a quien preocupar;
4) quien no tiene compañeros ni conocidos que le dirijan el saludo;
5) quien no tiene que festejar;
6) quien sufre accidentes porque un borracho o un imprudente los provoca;
7) quien sufre anorexia, bulimia o vigorexia porque no acepta la bondad de su cuerpo como entidad saludable;
8) quien no tiene ropa alguna, o está sucia, rota o ajada;
9) quien no tiene casa;
10) quien no tiene quien le espere y le quiera;
11) quien no tiene luz, gas, teléfono … ni agua.

En el tiempo de Adviento no soy quien espera al Salvador.  Yo soy el Salvador.  Si yo no salvo, no estoy a salvo.  Si yo no hago el cambio, el cambio no vendrá.
Siempre pensamos en la penitencia como un castigo, pero para mí siempre es una liberación:  reconozco mi error y lo corrijo.  Si no me corrijo, no merezco el perdón.  ¿Para qué quiero, entonces, un Salvador?


No sé vosotros, pero yo quiero mantenerme en espera activa.  ¿Lo intentamos juntos?

Buen Adviento, mis Gatunos.

Nuevo proyecto en marcha

Mi nuevo blog, y con mi nombre:  Charichy Gata
Hacía tiempo que venía dándole vueltas a esto, y hoy por fin me he decidido.
He unificado los 3 blogs en los que desato mi pasión por la escritura.  Sí, así, porque sí.

Siempre ando liada con muchas cosas:  trabajo, estudios, artesanía, colaboraciones, casa, amigos y pasiones, y alguna que otra ilusión que anda por ahí a medio definir.  Es que no doy para más últimamente, y eso acabará resintiéndose en mi salud.  No puedo seguir así, pero no pienso renunciar a nada.  Sí, soy así de cabezadura.

Una de las opciones es "arrejuntar" mis pasiones literarias en una sola bitácora.  Al principio no tendrá tal vez sentido la idea, y puede que vuelva atrás. Pero creo que mi labor como escritora es la misma, sea en la vertiente que sea: la de maestra, la de crítica, la de eterna poetisa.

Mis manos dibujan garabatos en el papel con fruición, enamorada hasta las trancas de quien sea.  Fluyen las palabras por mi mente sin miedo, sin freno, sin cautela, sin perdón.  Y en este blog posiblemente haya más de esta parte de mí que de cualquier otra, porque esto es lo que más me hace vibrar.  Intentaré, de todas formas, que haya de todo un poco en mayor o menor medida.


Capullo de Hibisco rosa-sinensis (rosa de China o rosa de Jamaica)
Capullo de Hibisco rosa-sinensis (rosa de China o rosa de Jamaica)


Espero que os guste este proyecto.  Hasta pronto, mis Gatunos.

Nota:  Todas las entradas de los 3 blogs están importadas a éste con su fecha original.