El tiempo desespera a quien espera.
El miedo atormenta a quien no le dan confianza.
Y así, toda esperanza es vana, perdida en el reloj, hundida en la tiniebla de la desgana.
¡Ojalá todas las esperas fueran dulces!
Agradecimientos: Jesús D.A., gracias por tu aportación de modelo de manos para mi blog.
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