domingo, 4 de junio de 2017

Pentecostés

Ahora es tiempo de peregrinaciones. Y ahora sospecho que nunca podré hacer la que anhelé desde hace un cuarto de siglo.
Ahora que es Pentecostés,  me doy cuenta de cuán complicada es la peregrinación sincera en los caminos.

La fiesta de las Primicias judía es entregar los primeros frutos que se recogen a Dios. La fiesta de la Luz cristiana es lo mismo: después de la oración en recogimiento, hay que salir a dar fruto.

Y en ese tiempo de ayuno sin frutos y de oración en comunidad, es cuando hay que arrepentirse de cuánto hemos perdido el tiempo en pamplinas en vez de sembrar el mañana.



Si hoy pido perdón, pero estoy deseando que acabe la penitencia para volver a hacer lo mismo que antes ... entonces no me arrepentí, sólo me engañé a mí mismo.  Sólo disfracé de cordero a mi alma encadenada al lobo.

Pentecostés, como cualquier otro punto final del tiempo de la oscuridad, nos lleva a celebrar que Dios está con nosotros porque así lo elegimos, porque estamos limpios, y no queremos volver a hacer lo que siempre supimos que estaba mal.

Mi tentación está lejos, Señor. Gracias.
Cargo mi cruz de nuevo;  pero esta vez es liviana, porque tú eres mi cirineo.


Que este Pentecostés os sea de provecho, mis Valentines.

No hay comentarios:

Publicar un comentario