lunes, 31 de diciembre de 2018

2018 Gracias


Gatunos, que se nos va. Míralo, que ya se nos acaba otro año.
Los gatunos que apenas rozáis la veintena (si acaso), no os hacéis una idea lo que corre el tiempo … sobre todo una vez que ya se te ha pasado, chispa más o menos, tu media vida.

Para mí, el reloj aún no vuela.  Pero sí que se pega sus buenas carreras de vez en cuando.
Este año ha sido tan completo, que apenas me di cuenta del pasar de los días.

En estos 365 días, tuve un trabajo que me encantaba. Y me encantaba a pesar de tener algunos compañeros crueles.  ¡Pobres desgraciados! (porque hay que ser muy infeliz para ser cruel), que no saben que el karma todo te lo devuelve por triplicado.  Y  muchas veces, te lo devuelve en quién más quieres:  tus hijos, tus hermanos, tu perro … o uno mismo.  Peroooo, bueno, ya hablaremos con más detenimiento y detalle de mi periplo en esa empresa.
(Y como sé que van a leer esto lo antes posible, desde aquí les mando un saludo.  Sin acritud, por supuesto, que la triqueta de la vida ya les retornará lo que les pertenezca.  Por cierto, más de uno va a tener que mirar en el diccionario eso de la acritud y la triqueta).

En estos 365 días, se me partió un diente frontal, y algún imbécil hizo burla de ello, como si estuviera el tío en prescolar para reírse de la desgracia ajena;  como si no le pudiera pasar, por ejemplo, a cualquiera de sus hijos …  Bueno, y ese lo hizo medianamente en público. Pero es que otros hicieron la sorna por detrás, como si su falsedad pudiera esconderse a mis ojos.
Menos mal que mi periplo por los dentistas está acabando ya.  Duele y lo he pasado muy mal;  pero estoy contenta con como va resultando todo.  Gracias, Francisco, por hacerlo posible con tanto cariño.

En estos 365 días, la salud de los míos ha dado algún que otro vuelco.  Pero seguimos vivitos y coleando.  Somos fuertes.  Unos más que otros, pero somos.  Y hasta perdí otros pocos de kilos. (No gano p’a ropa, Señó’).  El minimalismo sigue sin ser lo mío, pero aprendí a desapegarme de muchas cosas.  Y cambié hasta algunos hábitos insanos.

En estos 365 días, aprendí mucho:  cursos, talleres, clases, libros, …  Y encontré gente la mar de interesante.  Y volvió a escacharrarse mi cámara de fotos, y la de coser también, y la impresora multifunción … ¡Dios, mira que soy desastre!

En estos 365 días, el amor arrasó con todo cuanto pudo.  No hubo lágrimas y sí muchas risas.  Conocí a hombres estupendos, a lobos disfrazados de cordero y a cabritos disfrazados de lobos.  Sin poner el ojo en la venganza, demostré que no trae cuenta engañarme ni ignorar mis advertencias.  Es lo que tiene la vida:  que no hay mal que por bien no venga.  Lo siento, de veras, por quién no me creyó al principio, y me escogió como enemiga, en vez de compañera.

En estos 365 días, no conocí la derrota, pero sí el cansancio.  No perdí la sonrisa, aunque sí las ganas muy de vez en cuando.  Me agotaron las situaciones incomprensibles, los retrasos innecesarios, la desidia de alguno, la cobardía de muchos, la hipocresía de tantos.
Pero, en estos 365 días, he sido feliz, he compartido, he reído, he visto, eh caminado, he viajado, he disfrutado, he educado mi paladar, he conocido, he enseñado, he aprendido, he vivido … y ha sido, a pesar de todo, un año genial.

Tengo mucho que agradecer al 2018 que se nos escurre sigiloso entre las manecillas del reloj (los milenials, por si no lo sabéis, son cosas de esas antiguas de los relojes analógicos). 
Y, a vosotros, os agradezco que lo hayáis compartido conmigo.  Me da igual si os habéis creído lo que escribo a pie juntillas y os habéis montado vuestra propia historia en esa cabecita cerrada.  Me da igual si habéis leído simplemente por cotillear como mi cuñada, o si no os habéis creído nada.  No me importa.  Esto son sólo letras arrebujadas con más o menos arte.  No es mi vida, no es mi mundo, no es mi nada.  Es un medio de expresión como otro cualquiera.

Y lo que decía.  Que gracias por todo, y que el año que viene sea lo mejor posible.  Os deseo que seáis muy felices, Gatunos míos.



lunes, 24 de diciembre de 2018

Feliz Navidad 2018

Gatunos míos, llegó por fin Nochebuena, y Nochevieja está a la mano.
Hoy os tengo una felicitación sencilla, con una foto de uno de los Misterios de mi casa.

Hoy, como ya muchos sabéis, es el cumpleaños de mi hermano favorito (el único).
Es día de celebración en mi casa por muchos motivos.  Y aunque mi madre diga que no le gustan estas fiestas, hay que ver cómo disfruta con todos juntos en nuestra pequeña gran mesa.

La Navidad, al fin y al cabo, no es un día de cada año.  No es una fecha, ni siquiera una época.  Navidad es saber que nada está perdido, porque nos nació un Salvador hace mucho tiempo, y que nos nace cada día hasta los confines del tiempo.

Y todo empieza a contar de cero cada vez que empiezo de nuevo.  Porque no dependemos de nadie, sino sólo de uno mismo.
Y creo, firmemente, que todos podemos, que todos tenemos derecho a amar y ser amado.  Y creo en el perdón y la redención. Y creo en Dios, sobre todas las cosas ... porque yo también soy Dios.

Navidad es algo chiquito que nos hace grandes:  somos AMOR, somos PAZ, somos FELICIDAD.




jueves, 18 de octubre de 2018

Volver a empezar

¡Cuánto tiempo sin escribir!
Bueno, yo nunca dejo de escribir. Sólo que no os había dejado ver mucho de esto, mis Gatunos.

Hoy os comparto algo que escribí la semana pasada.  Me da pereza, ahora mismo, dejaros obras de momentos más difíciles y lejanos.
La foto la hice en un viaje mágico con alguien con quien comparto vivencias únicas desde hace mucho.




<< Vuelves a mí, a mi vergel, mi ilustre jardinero, como las olas:  devastando mi seno, que paciente te ansiaba;  apretando tu vientre a mi estrecha cintura;  devastando mis pechos bajo la blanca espuma de tu pecho cano;  anudando mi cuerpo desnudo a tu jayana hechura;  aplacando violento la sed de tu ser en una fuente que no acaba.

Vuelves a mí, cargado de dones y regalos;  contando mil batallas que destrozaron tu armadura.
Y no quieres enterarte, que yo sólo deseo, mi caballero, ser espejo de tu alma, en la verdad ... y en la duda. >>



Que nunca tengáis que echar de menos a nadie, mis Gatunos.

domingo, 8 de julio de 2018

La tonta, la buena y la mejor.


El viernes de la semana pasada conocí personalmente a alguien cuya existencia jamás debería haber conocido.
Me esperaba algo más … yo qué sé, simplemente más.
Pero, bueno, cada uno tiene sus gustos, y escoge la cuchara con la que va a comer.

Quizá no debería haberle dado el capricho de conocerme y decirle la verdad.  Haga lo que haga, le muestre lo que le muestre, la chiquilla no va a aprender nunca que nadie cambia:  sólo aprende a mentir mejor.

Y es que, digan lo que digan, el amor no es ciego.  La obsesión nos lleva a cometer tonterías, a creernos las mentiras a pie juntillas, a vivir a la sombra de otro, a conformarnos con migajas.  Nos creemos miserables y, por eso, otro ser vale tanto a nuestros ojos que nos los vendamos para no ver sus propias miserias.
¡Pobre inocente que aún después de verlo claro, lo niega y se cree tan única!



Y después de esa charla con esta pobre niña que me tiene a mí por su enemiga, vino la charla con mi mejor amiga.
Ella me aconsejó cuando empezó todo, estuvo a mi lado en los peores momentos, le ha aguantado las tonterías a él cuando se le acercaba, y siempre me aconsejó que me apartara de todo (de él, pero sobre todo de la otra).
Ella, ha estado a mi lado también esta vez, escuchando, comprendiendo, nunca juzgando.  Y por eso, entre mis poquitos amigos más íntimos, ella es como si fuera mi hermana, y aún mucho mejor:  ella es mi Cirineo.

¿Hay alguien así en vuestras vidas, mis Gatunos?
Yo no sabría qué hacer sin Mari Ángeles en la mía.




domingo, 27 de mayo de 2018

Me das miedo

Llevaba demasiado tiempo sin escribir. Mentira:  llevaba demasiado tiempo sin dejaros leer nada de lo que escribía, que es distinto.  Yo siempre escribo. Más o menos.  Más acertado o menos difuso. Pero siempre escribo.  Mis dedos acarician o rasgan el papel, con la misma paz o ansia con la que vivo.
Tras los últimos exámenes, por fin me relajo un poco.
Vuelven las ganas, y también el tiempo libre, para salir y entrar con los amigos: un café, una charla, un paseo por el río, la piscina, la playa, ese viaje a Córdoba que siempre voy dejando aparcado, ...

Hoy vuelvo a cambiar la tinta por las teclas y os dejo algo que escribí desde el pánico.

Tengo a alguien muy cerca que me teme tanto, que ¡aún me sigue bloqueando!. 
Pero también es cierto que yo le tengo aún más miedo.  Antes, se lo tenía por otro motivo, y hoy en día por mucho más.
¿A quién le temía Caperucita?  ¡Sólo al lobo feroz!






¿Quién os da miedo, mis Gatunos?

sábado, 24 de marzo de 2018

Me debes un café

Recuerdo el primer beso que me diste, y el día exacto que fue.  Tu cara de asombro al comprobar mi rechazo. De aquél día, aún me debes un café.
También recuerdo el primer beso que te di.  Justo 4 semanas después. ¿cómo olvidarlo? ... ¡Qué asco! De entonces, me debes veinte horquillas.
Y recuerdo el primer beso que nos dimos, a las diez noches de aquel.  ... ¡Qué pícaras tus manos! De esa noche (justo hace hoy un año), ... mejor no publicar qué me debes.
Y pasó el tiempo y nos quedó el último beso.  Nunca debí pedírtelo. De esa mañana me debes una explicación que ya no necesito.

Te he perdonado todas tus deudas, menos lo que tanto rogaste: me debes un café y pienso cobrármelo ... el día menos pensado.

#cafe #medebesuncafe #deudas #beso #primerbeso #ultimobeso

domingo, 18 de marzo de 2018

Machismo encubierto.


Gatunos, me he pensado mucho escribir o no esta entrada.  Pero no podía callarme más tiempo.
A nadie debe faltársele el respeto. A nadie. A la mujer tampoco.  Y nadie se define como machista, ni hombres ni mujeres.  Pero todos tenemos comportamientos machistas que revelan que sí lo somos, digamos lo que digamos.

Esta historia transcurre a primeros de febrero en mi puesto de trabajo. Era miércoles.
Estamos en un ambiente distendido entre compañeros, y eso es relativamente bueno. ¡Bien!
La mayoría de esos compañeros se conocen hace tanto que se consideran amigos.  Y eso nos permite relajarnos y que salga la naturaleza de cada uno.

Yo entonces aún tenía a mi lado a alguien que tutelara mi aprendizaje, y dicho tutor rotaba cada semana.  El tutor de esa semana era mi compañero David, un veinteañero (supongo) de ojitos claros con carita de no haber roto nunca un plato.
David estaba prendado de una de las compañeras. Y, como cualquier inexperto en el tema, se dedica a meterse con ella … ¡Y ella se dedica a reírle las gracias!  Entre estas gracias, estaba la de llamarla gorda (cuando la chiquilla tiene una figura envidiable).

Era miércoles.  Llevaba 3 días escuchando a David hablar “a viva voz” con otros compañeros de sus cosas. Y sonsacar a Cristina (5 mesas más allá), causando risas y comentarios fuera de tono y de lugar.
Bueno, si fueran algo ocasional, bien pudieran considerarse una broma.  Tal vez yo no los entienda como broma, pero no parecen molestarle a nadie (tampoco a ella).
Un día, una vez, y dos, y tres, vale.  Tres días, a cada momento, diciéndole a voz en grito (Cristina estaba a unos 3 metros) a una chiquilla, por ejemplo, que no coma más que se va a tener que liar en una manta para ir a la playa … ¡tiene castaña!
Sobre todo porque yo estoy trabajando justo a medio metro de mi tutor, estoy hablando por teléfono, y el profesional al que atiendo se está enterando.
Tres días son muchos aguantando comentarios machistas.  Y sobre todo, porque esto ocurre en mi puesto de trabajo, en una empresa que se dice seria y que nos exige firmar políticas de empresa donde se respeten por igual a todos los compañeros.

En una de esas veces, le di en el brazo a David.  Si bien Cristina y los otros no lo creían así, yo sí considero que consistían en una falta de respeto hacia mi persona. No tengo porqué soportar esos mensajes subliminales y vejatorios. Porque pueden considerarse bromas una vez, dos veces y hasta tres. Pero no lo son un día y otro y otro, una vez, y otra, y otra, y otra más … y así, sin parar.
Es desagradable trabajar al lado de una persona como David, o como Tomás que le reía las ocurrencias. 
Así se lo hice saber a mi tutor.  Le dije que parara ya, que tenía una conducta machista, irrespetuosa y denunciable … ¡Y ahí se lió!

Ese chavalín con cara de angelito se convirtió en una fiera. Una fiera que pensaba que yo era uno de sus amigotes en vez de una compañera con la edad de su madre.  Ese compañero que decidió que no me metiera en sus conversaciones “privadas”.  ¿Desde cuándo una conversación a gritos y entre risas y justo al lado de mi mesa es privada?  ¡Más diccionarios hacen falta en este mundo!

Inmediatamente, David se levantó de su sitio. Volvió al rato.
Cuando yo me calmé un poco, me fui a comentarle a los supervisores lo que había pasado y el porqué de mi actitud. No quería que hubiera malos rollos entre compañeros.
¡Tamaña sorpresa me llevé!  Resulta que David ya había hablado con ellos. Resuelta que a mí se me toma por intransigente;  que no entiendo lo que son las bromas y el compañerismo; que no sé lo que es una amistad de años; y que David se olvidó de su profesionalidad y no va a volver a ayudarme en nada. ¡Toma castaña!

Desde ese mismo momento, el ambiente tan magnífico en el trabajo se enrareció conmigo. Los amigotes cerraron bandas y tuve que escuchar durante semanas comentarios entre ellos por lo bajini de “cuida’o que te denuncio”. Además, se me tiene por malage, por criticar una conducta que no le afecta a la supuesta afectada (Cristina).
Y yo me pregunto:  ¿y todo eso qué tiene que ver?  Que a una niñita no le importen ese tipo de “bromas” de mal gusto y recurrentes no lo hace más respetuoso.  Yo tengo que trabajar al lado de una persona maleducada, que no separa su ambiente social de mi ambiente laboral, que más que trabajar se pasa las mañanas vendiendo cachimbas, y que se considera poco menos que el dueño de la empresa.
¡Cuánto mindundi con ínfulas hay en este mundo, señores!



Una vez más tengo que agradecer los amigos que tengo. No tienen redes sociales, no les gustan que se publiquen sus fotos y no saben apenas de nuevas tecnologías.  ¡Pero cómo saben comportarse donde sea!
Hace entre 34 y 28 años que son mis amigos. Jamás se le ha ocurrido a ninguno llamarme gorda (y he llegado a pesar más de 90 kilos en cierta época de mi vida). Jamás han bromeado con ninguna de mis flaquezas más de 2 veces. Jamás me han faltado al respeto de ninguna de las maneras que se os ocurran.  Mis amigos/as no son machistas.
Algunos hay que cobran más del triple que David, pero qué sencillez y humildad hay en sus actos.  Otros no tienen esa suerte, mas qué generosos son a cada paso.  
Por eso son mis amigos desde entonces.  Por eso soy amiga suya después de todos estos años.  
Y eso es lo que me hace rica, el tesoro de mis amigos, que están cuando tienen que estarlo.


¿Vosotros me comprendéis, mis Gatunos?










domingo, 4 de marzo de 2018

Mi plan R-Ch


Gatunos míos, se nos acabaron los 2 primeros meses del año y no nos dimos cuenta.
Yo estuve corriendo de un lado a otro, entre trabajo, estudios, amigos/amores, familia, charlas, reuniones, conferencias, cursos, meet ups, compras (esto de perder peso no me está trayendo cuenta), talleres, encargos, ventas, y ese largo etcétera que ya os comenté otras veces.
¡Si era verdad aquello de que cuánto más años cumples, más el tiempo vuela!

Desde que empecé a trabajar donde estoy ahora, mi vida se volcó. Mi agenda, ya de por sí repleta, se comió mi tiempo, ya de por sí escaso. Me fui dedicando a lo que me da de comer, a lo que me comprometí, y lo que me gustaba a partes iguales.
Pero luego me exigieron más. Y yo no quise dejar nada atrás. Los vecinos, jardineros y tenderos me ven corretear de un lado a otro.  No es que no tuviera vida: es que quería vivirlo todo.

Pero de pronto empecé a sentirme mal, por dentro y por fuera.  Estaba luchando contra viento y marea por cuadrar todo en mi agenda, sin querer ver que eso era imposible.
Me di cuenta de que vivirlo todo, y darle oportunidades a todo, me estaba quitando el placer de disfrutar de lo que realmente merece la pena.
Y entonces lo vi claro: se acerca la primavera. Hagamos limpieza de todo lo viejo, de todo lo vanal y futil.  Hay que hacer hueco para lo que venga.



Tengo un nuevo plan: Plan R-Ch.
No puedo luchar contra mí misma: R contra R, dejando atrás partes mías.
Tengo que gestionar mejor que hasta ahora todas las facetas de mi persona (Rosario, Chary, Charichy Gata y Charitinas).  Ya lo hago mejor que antes, pero aún queda mucho trecho.  Ya me agobio menos, correteo sólo la mitad de las veces, y me organizo mejor.

En este nuevo plan personal, vamos a eliminar lo superfluo.  Seguiré donde siempre, para lo/los que aportan algo a mi vida y lo/los que aprecian esa aportación. Es el momento de demostrar gratitud.
Pero ya no estarán en mi agenda esas cosas que me quitan más valor del que me dan. Es tiempo de soltar.
Tampoco habrá huecos para esas personas que me demostraron que no aprecian mi “valor añadido”, mi esfuerzo por perdonar y estar a su lado sin preguntas.  Es hora de dejar ir.

Estamos en el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Estamos a dieta de lo malo, para quedarnos limpios por dentro y por fuera. Aprovechemos la época, perdonemos y seamos mejores de lo que éramos.  Miremos con nuevos ojos la vida.  El resultado final será brillante. 



Ahí os dejo mi plan, mis Gatunos.  ¿Vosotros tenéis uno parecido para antes de Semana Santa?




domingo, 11 de febrero de 2018

El puñal


Todos dicen que el amor duele, que hay amores que duelen, y pamplinas varias.
Pero el amor nunca duele. Duelen las mentiras que nos creímos, ya fueran nuestras o de los otros.

El poema que sigue es de octubre del año pasado, y está escrito bajo una crisis de pareja insuperable.


El puñal

La misma mente que incansable
te busca en sus rincones más retorcidos,
¡pobre ingénua!, la misma,
te atraviesa, inocente,
con un puñalito fino.

Te miran, así, los ojos de mi alma,
desangrarte como un globo sin cordel. 
Y me arrepiento al instante de tan cruel
pensamiento, y beso, contrita, el recuerdo
escurridizo de tu cuerpo desnudo.

Y así, vamos, un día y otro.
Tan cerca te tengo que me da miedo
tropezar con tu sombra al revolver de cada esquina. 
Y me revuelvo en mis callejas por no cruzarme
en tu camino.  Pero, al final,
estás en todas partes,
como lo está Dios y lo está el diablo
en su envidia.

Verte me duele, y más que no verte. 
Ya no te pienso como antes.
Y aún así, me falta algo
si no estás en todos mis días.




¿Habéis sentido eso mismo, mis Gatunos?

sábado, 6 de enero de 2018

La tentación

Nos parecía tan lejano hace unos días y ya estamos a 2 de enero.
Hoy, “los adultos” empezamos el año.
Empezamos porque hay que volver al trabajo, volver a luchar por entrar en esos vaqueros (yo, la verdad, los tengo todos elásticos y ese disgusto que me quito), y lidiar con las deudas contraídas el año pasado.
Y si hasta hace unos días rezamos para que acabar pronto este añito, ahora comenzamos a rezar para que este sea mucho mejor.  Y prometemos portarnos bien y resistirnos a toda tentación.



Pero caemos.  La carne es débil (yo negaba este hecho hasta que conocí a un morochito lindo que … ¡mejor me callo!).  Y es que pensamos que sólo podemos aguantar o rendirnos, pero ante la tentación tienes más de 2 opciones: hay 5 posibilidades en realidad.

1) Resistir a la tentación, y mortificarte porque lo que quieres es caer en ella sin contemplación.
2) Caer en la tentación sin contemplación, y sufrir la penitencia porque sabes que nunca deberías haber caído.
3) Alternar las opciones 1 y 2, y no se diga más, que ya lo dice el refrán:  en el pecado va la penitencia.
4) Intentar aburrir a tu tentación hasta que deje de insistir: 
- ponte pesado tú también, y da excusas moralistas;
- di que no, y di que sí;
- ponte celoso, y ponte indiferente;
- di que lo vas a contar todo, y di que te avergüenza que alguien lo sepa;
- halágale, y después desmoralízale;
- date a valer ahora, y ruégale luego;
- amenázale, y sé condescendiente;
- insiste hoy en una relación seria, y mañana en que no le quieres ni ver;
- hazle la cobra 100 veces, y cómele … hasta los sentidos una de cada 10;
- ... y vuelta a empezar con lo de ponerte pesado.

Nota: Hasta aquí, las he probado todas ... varias veces ... con la misma tentación ... durante muchos meses … ¡Un fracaso total y rotundo!

Pero hay una última posibilidad infalile.
5) Búscate una tentación de mejor calidad.  Si en el pecado vas a caer igual, que la penitencia merezca la pena, ¿verdad?.

Nota:  Esta última opción nunca falla, salvo porque, tarde o temprano, la ruleta de opciones debe volver a girar.


¿Cómo lleváis vuestras tentaciones, mis Gatunos?